El Café De L'opera: un refugio para la música lírica
- Juan José Mondragón
- 22 ago 2021
- 2 Min. de lectura
En las calles de San Antonio hay varios cafés. Algunos llevan años operando; otros apenas inician el camino, intentando surgir en medio del difícil panorama del emprendimiento cultural en Cali. Hace un par de meses salió una propuesta que me llamó la atención. El algoritmo de Instagram me trajo el anuncio de un café cuya propuesta artística giraba en torno a la música académica, específicamente, al campo lírico y la ópera. Entusiasmado, alisté un par de pesos y me amarré las zapatillas, dispuesto a subir las lomas del oeste de la ciudad en busca de buena comida y música.

Al llegar, me doy cuenta de que quien está detrás de la iniciativa es Ángela Rueda y su esposo, Hans Mogollón. Hans es un reconocido tenor y maestro de canto en Bellas Artes. Frecuentemente colabora con orquestas filarmónicas y montajes para ópera en Bogotá, Cali y Medellín. Desde la pandemia, Ángela se quedó sin trabajo y, tras un par de ensayos en otros locales, juntos decidieron emprender fusionando los talentos de cada uno: el canto y las habilidades comerciales.
“Nosotros queremos acercar la ópera a la gente”, me cuenta Hans, mientras me como una deliciosa torta de chocolate. Uno de los objetivos del café es erradicar la idea de que la ópera es un arte elitista, destinado para las clases más acomodadas. Puede que incentivar la música académica en una ciudad sumergida en los ritmos afrocaribeños parezca una insensatez, pero no hay nada más lejos de la realidad: el panorama cultural de las ciudades se nutre de propuestas variadas en forma y contenido. Con todo el talento que hay en Cali, Hans y yo solo podemos lamentarnos de que no exista un circuito de ópera y canto lírico tan estable como en Bogotá o en otras capitales Latinoamericanas.
“A largo plazo, queremos que esto sea un espacio donde mis estudiantes puedan cantar. Y que la gente disfrute de una presentación sin tener que pagar una entrada al Teatro Municipal”, apunta Hans. Yo le doy un último sorbo a mi bebida y les deseo toda la suerte del mundo: espacios como este se necesitaban con urgencia en la ciudad. Como están empezando, parece que todo está presto para la innovación: la oferta de tortas (bastante deliciosas), seguro crecerá. Cafés ya tienen de los clásicos y básicos: capuchino, americano, frapé y otras variedades. El espacio es justo, acogedor. La brisa, intermitente en esta zona de la ciudad, proporciona una serenidad constante, sobre todo en las mesas de afuera. De fondo, y si todo sale bien, se escucharán unas arias potentes y dulces de la mano de los notables cantantes líricos de la ciudad.
Comments