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¿Cómo pueden aportar los saberes filosóficos al campo educativo?

  • Foto del escritor: Pablo Rodríguez P
    Pablo Rodríguez P
  • 29 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 ago 2021



A medida que me voy enfrentando cada vez más los espacios profesionales donde puede ser útil un filósofo, me voy dando cuenta que es sólo indispensable la filosofía misma, y no el filósofo: ¿ ser o no ser? El hacer es la cuestión.


¿Por qué los seres humanos guiamos a otros seres humanos a aprender a nadar en este mar de cultura? Y es a partir de la necesidad del otro, del vivir en codependencia que me genera intriga ¿el cómo se establece la relación dentro del campo educativo para diagnosticar y trazar al estudiante, profesor e institución, y llevarlos a un puerto de aprendizaje? ¿Qué mueve esa tensión?

Antes de proseguir, quiero esclarecer que mi propósito dentro de este trabajo es reflexionar sobre el valor de la duda, y cómo la duda puede ser ese medio que permita establecer la relación entre las tres identidades (estudiantes, profesores, institución), y además, llevar al aprendizaje.


Continuando, propongo esta reflexión, principalmente porque considero que la duda agita con mayor fuerza tanto al hombre, como sus decisiones, sus acciones, y sus creencias. Y es por medio de este cuestionamiento, -duda o interrogante-, sobre uno mismo que se refleja los aportes de los saberes filosóficos al campo de la educación. Considero que este es el mayor aporte de una rama a la otra. Si conocemos las interrogantes filosóficas, y no tanto las ideas filosóficas, transmitimos al estudiante un modo cómo él puede aprender y enfrentarse a la sociedad. El mar de cultura, con sus simbolismos, sentidos y configuraciones, encaminando en la línea de duda, hipótesis, prueba, error, reintentar, otras interrogantes, el proceso que el estudiante puede tomar con carácter filosófico crítico, y reinventarlo cada vez que sea necesario.


Con lo dicho hasta ahora, la duda mueve. Es lo que une estas tres identidades como medio para lograr una finalidad que dentro de este escrito sería el aprendizaje, o a grandes rasgos libertad o sabiduría. Pero con lo anterior, se esclarece que no considero que el contenido obtenido, o el contenido a priori a la duda sea el punto de atención como lo puede ser la construcción de la pregunta filosófica. Entendiendo lo anterior, como en la lógica formal, un argumento puede ser válido y tener todas sus premisas falsas. O una disfunción que encuentro dentro mi desarrollo académico es que en el colegio te pueden dar todos los temas de forma desglosada y casi perfecta, y eso no implica un proceso de formación como estudiante: ¿de qué sirve conocer sobre mucho, sino no lo sabes usar para la vida? ¿Para qué conocer la teoría de pitágoras y como se usa, sino reconocer las formas geométricas en la naturaleza?¿tener tantas definiciones de conceptos, sin tener sus concepciones?

Hasta este punto desarrolle la idea de la duda como aporte al campo educativo de forma de elogio. La duda es un medio de estas tres identidades porque impiden la normalización y presunción dogmáticas de ideologías y de ideólogos. Por otro lado, y retomando a Aristóteles en la Metafísica “todos los hombres desean por naturaleza saber”. Con esto pienso que los filósofos pueden desplegarse en los principales proceso educativos enseñando la duda filosófica y de esta forma generar en el estudiante un estado activo y de constantes búsquedas. El aporte del filósofo permite al campo educativo enseñar como actuar con pensamiento crítico. Donde el silencio y el dialogar con las ideas permite el fluir de las decisiones y las creencias, y florece de la naturaleza del hombre. La duda es una actitud de pausa, de detenerse, y ponerse a pensar.


Considero que para que se logre un aprendizaje se debe necesariamente partir de la idea que todos los humanos tenemos a disposición la duda. Más allá de la máscara que puede ser el ser filósofo, la duda está en capacidades de todos y es indispensable. Aquí no es la cuestión shakesperiana del ¿ser o no ser? Porque en ultimas no sé si podría haber filosofía sin filósofos, pero sí individuos que sin máscara estarían en voluntad de saber, y pensar.


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